lunes, 29 de octubre de 2012

El Franquismo, cómplice del Holocausto

Tarde o temprano lo oculto suele salir a flote y cuando lo hace suele arrastrar restos, lodos, algas y todo tipo de inmundicias. Esta vez le ha tocado al franquismo, la ideología política y movimiento social de corte fascista que sirvió de apoyo y sustento al régimen dictatorial surgido en España durante la Guerra Civil entre 1936 y 1939, y que liderado por el general Francisco Franco, prevaleció hasta su muerte en 1975.
Desde entonces se ha escrito mucho sobre el fascismo español, y en consecuencia, se han ido destapando las ampollas virulentas que ha permanecido durante lustros bajo sutiles y perversas manos protectoras. No hace mucho Baltasar Garzón fue suspendido en sus funciones como juez de la Audiencia Nacional por su decisión de investigar los crímenes cometidos durante la represión franquista, un tema escalofriante que indigno a toda la derecha española, y ya sabemos por qué. El estado español, por tanto, tiene actualmente un problema muy serio de fascismo crónico y todavía encubierto, ya que el PP no es más que un hijo transvestido de la mítica Falange española. Sólo hay que ver y leer las acciones y comentarios que surgen desde los elementos del gobierno popular.


El fascismo no ganó la guerra para perderla en una transición en la que tenían todas las cartas ganadoras. Impusieron sus condiciones, el campo de juego y las normas. Tenían además el apoyo del franquismo sociológico, ese españolito medio, que no se metía en política, trabajaba 12 horas y callaba. El fantasma de las Dos Españas dejó una huella inquebrantable y el miedo a una nueva Guerra Civil pesaba como una losa. Por ello ese espantado y sumiso españolito sólo hablaba para defender la unidad de España. El trabajo psicológico estaba ya implantado; con el paso del tiempo la simiente ha dado sus resultados: a pesar de la democracia y del machaque global, los españolitos siguen en silencio y los herederos del franquismo prosiguen con su labor de adoctrinamientos. Por tanto, entre tanto renacer nacional-catolicismo, me parece muy acertado e importante que alguien vuelva a remover las ciénegas de nuestra silenciada historia y se atreva a reemprender  y cuestionar eso de “Con Franco se vivía mejor”, el clásico slogan popular de aquellos tiempos. Sin embargo, gracias al tiempo y al tesón investigador de ciertos profesionales de la historia y del periodismo de investigación, en nuestro país se han ido publicando los documentos que demuestran que Franco fue cómplice del Holocausto Nazi.
Eduardo Martín de Pozuelo, periodista de La Vanguardia, premio Ortega y Gasset en 1985, premio Ojo Crítico en 1989, premio Derechos Humanos en 2000 y premio Internacional de Periodismo Rey de España de 2005, vuelve a sacar a la luz, tras el éxito de su anterior libro 'Los Secretos del Franquismo', una verdad histórica cuidadosamente escondida por el régimen franquista.
El nuevo trabajo de Martín de Pozuelo, El Franquismo, Cómplice del Holocausto (La Vanguardia Ediciones), hace uso de archivos secretos desclasificados para demostrar que el siniestro dictador permitió la muerte de miles judíos españoles temeroso ante la posibilidad de que miles de refugiados judíos incrementaran la oposición interna a su régimen y de paso apoderarse de los bienes de los deportados a los que sólo consideraron españoles a la hora de reclamar sus dineros y haciendas. Por tanto, Franco y su política fueron cómplices de las matanzas en los  campos de exterminio; esta es la principal conclusión que se extrae del libro.
La base documental de la investigación de Martín de Pozuelo “reside en sucesivos rastreos efectuados en los archivos de Estados Unidos, Gran Bretaña y Holanda, y cuyo resultado ha sido el hallazgo de documentos secretos que desvelan hechos que en su día el franquismo trató de esconder. Estos archivos hallados en Alemania por los aliados al final de la Segunda Guerra Mundial o interceptados por los servicios secretos angloamericanos, uno tras otro, demuestran que España fue cómplice por acción y omisión del exterminio de judíos. No hay excusas. No sirve de nada decir que Franco no sabía lo que sucedía. Es mentira. Lo supo, y por conducto oficial. Hasta los alemanes le dieron varios ultimátums que no dejaron lugar a dudas. Es más, los nazis, que fijaron con precisión industrial sus plazos de exterminio, tuvieron con su amigo Franco la deferencia de otorgarle varias moratorias para que el régimen pudiera hacerse cargo de los judíos que los censos nacionalsocialistas consideraban españoles. La respuesta del dictador español fue el olvido reiterado y el retraso intencionado en la toma de decisiones que podrían haber salvado la vida de miles de niños, mujeres y hombres.”

Una vez acabada la II Guerra Mundial, el régimen franquista hipócritamente se atribuyó, y sin pudor alguno, la salvación de miles de judíos, cuando en realidad evitaron la muerte, gracias a las acciones individuales y a contracorriente de un grupo de heroicos españoles que actuaron poniendo en riesgo sus propias vidas, al desobedecer las órdenes expresas del Ministerio de Asuntos Exteriores de España. En este punto, Martín de Pozuelo realiza un repaso exhaustivo por la labor de esos diplomáticos que, a diferencia de Francisco Franco, sí que evitaron la muerte de cientos de judíos. Casos como el de los diplomáticos Ángel Sanz Briz (desde la delegación de Budapest, Hungría) o Julio Palencia (desde la delegación de España en Sofía, Bulgaria), quienes fueron crudamente explícitos en los mensajes que enviaron al gobierno franquista para alertar de que los judíos estaban “siendo víctimas de una persecución tan cruel y encarnizada que a la persona más ponderada y fría pone espanto en el ánimo el contemplar las injusticias y horrores que estas autoridades vienen cometiendo”. Las películas 'El Cónsul Perlasca' y 'El Ángel de Budapest' describen magistralmente esta terrible persecución en Budapest.

No cabe duda de que Franco pudo haber evitado la muerte a decenas de miles de personas pero no lo hizo; las mentiras de la propaganda franquista, la ocultación deliberada de lo sucedido, la destrucción de documentos comprometedores y la miopía histórica mantenida durante años, no pueden cambiar la realidad histórica de un país que ha vivido siempre bajo el miedo a su propia verdad. Para sacar a la luz la verdad histórica tan cuidadosamente escondida por el régimen franquista, Martín de Pozuelo publica documentos tan reveladores como el informe Eberhard Von Stohrer, cuyo nombre se debe al embajador de Alemania en España durante el período de 1937/1943. Los documentos citados muestran que Franco pudo salvar a decenas de miles de sefarditas pero prefirió dejarlos morir, a pesar de los reiterados avisos alemanes que le advertían de las medidas extremas de que serían objeto. En dicho informe se puede leer lo siguiente: “Es cierto que en España no existe un problema judío como en Alemania. La expulsión de los judíos por la reina española Isabel la Católica a finales del siglo XV, ha evitado la germinación del problema judío (…) Los pocos judíos practicantes que hay en España no reciben ningún tratamiento complaciente por parte de las autoridades españolas. No obstante, la República española se encargó de estos judíos y favoreció especialmente el contacto con los sefardíes residentes en el Mediterráneo oriental. La España nacional del general Franco no sólo desaprueba la francmasonería, sino también el judaísmo internacional, aunque no tanto por razones de raza sino de religión. Por tanto, no fomenta de ningún modo a los sefardíes españoles”.

La segunda parte del libro de Martín de Pozuelo, aborda otros episodios españoles que durante tanto tiempo han permanecido en las sombras, como el impulso alemán que recibió el Franco para el alzamiento militar en 1936 y la posterior victoria ante el Frente Popular, de cariz totalmente izquierdista; también aborda  una tesis ya apuntada en Los secretos del Franquismo pero que aquí aparece reforzada que hace referencia al control nazi de la prensa española y al difícil camino de la transición tal como lo vieron el resto de países occidentales, un transición que asimismo conllevó el primer homenaje de un jefe del Estado español, el Rey Juan Carlos I de Borbón, a las víctimas de la catástrofe judía, apartándose del legado de Franco y de Isabel la Católica, la reina española más admirada por los nazis.

“Pero el lodo de la complicidad española con el Holocausto procede de unas aguas llovidas unos años atrás que aparecen en los siguientes capítulos. Las pistas documentales indican que el nacionalsocialismo incitó la sublevación de julio de 1936 contra la Segunda República y que, al triunfar los insurrectos, después de tres años de Guerra Civil durante los que Alemania no regateó ayuda, los lazos hispano-nazis se tornaron ideológicamente indisolubles. De ahí la complicidad genocida, el control alemán de la prensa española durante la II Guerra Mundial y la ocultación sistemática de la realidad. Nuestro pasado había que guardarlo debajo de la alfombra aunque soviéticos y angloamericanos supieran de Franco mucho más de lo que nos contaron”

Sare Info:
http://sareantifaxista.blogspot.com.es/2012/10/se-publican-los-documentos-que.html