miércoles, 12 de septiembre de 2012

Paredón para un alcalde

Berriz recuerda a su regidor y a un socialista fusilados hace ayer 75 años en Derio


Deia, Berriz * E.H
La localidad de Berriz recordó ayer a los suyos, a las víctimas de una guerra civil y una dictadura como fue la alimentada por Franco. Lo celebraron de forma íntima. Sin anuncios a los medios de comunicación, con el deseo de honrar a sus fusilados, hechos esclavos en batallones de trabajadores, a las familias que sufrieron, da igual la edad o el género. La guerra entre hermanos no hace distinción alguna.
Ayer se cumplieron 75 años de aquel 11 de septiembre de 1937 en el que afectos a los militares golpistas sublevados a la Segunda República cargaron sus escopetas para acabar con la vida -nunca consiguieron acabar con sus ideas- del alcalde de Berriz elegido en las urnas, el jeltzale Felipe Urtiaga, y el guardia municipal del PSOE, José Agirre López. La sangre de los dos cuerpos se enfrió en los muros del cementerio de Derio.
Aquellos aferrados a la ideología nacida del odio y la supuesta supremacía también asesinaron en otras jornadas al foral Gregorio Urkijo Alberdi, al trabajador del Hospital de Salud Mental de Zaldibar Agustín Milikua Garitagoitia y a Fermín Aranguren Alberdi. El encuentro social fue un tributo que transcurrió emotivo -quizás en menor grado que otros años-, y arropado por los vecinos de la localidad y por aquellos informados de otros pueblos cercanos sensibilizados con la verdad histórica. De aquellos a quienes los franquistas dieron lo que ellos calificaban con sarcasmo "el pase", se conservan manuscritos de horas antes de que toparan con la muerte deseada por los golpistas y ante la rabia contenida de querer vivir, de seguir gozando de los derechos de la Segunda República. Así, el socialista José Agirre escribía con mano poco firme: "Tomo la pluma con mano temblorosa para despedirme de ti y de nuestros adorados hijos. Perdona a todos como yo les perdono... (esta parte se repite en muchas cartas y podría ser dictado por los sublevados). Te juro que muero inocente", escribía en su despedida José Agirre a su mujer, María Zabala.
El alcalde, Felipe Urtiaga, redactaba 75 años atrás: "Mi conciencia está tranquila pero mi carne se resiste a que sea eliminado de este mundo (...). En su día tendrán que dar cuenta de su actuación", apuntaba Urtiaga, quien concluía: "Espero y no tengo la menor duda de que ganará el Gobierno legítimo y se implantará el Gobierno de Euskadi", concluía el alcalde. Agustín Milikua deseaba recibir fotos de sus hijos. "De buena gana les daré unos abrazos", decía.
La jornada de recuerdo arrancó con un discurso de los componentes de la asociación Berriz 1936 Gogoratzen http://www.berriz1936gogoratzen.com/
El alcalde, el jeltzale Orlan Isoird, acabaría ensalzando su trabajo en favor de la recuperación de la memoria histórica en la anteiglesia del sureste vizcaino.
justicia Los portavoces del colectivo reclamaron verdad, justicia y reparación para sus vecinos que sufrieron muertes, desapariciones, encarcelamientos y violaciones de todo derecho, y señalaron a la Iglesia que, según subrayaron, aún no ha condenado el golpe de Estado de los militares españoles ni el posterior franquismo. Por todo ello, abogaron por seguir recordando y exigir verdad. La verdad.
"Ahí siguen las calles, los monumentos franquistas...", y los ataques, "como el de la semana pasada en un pueblo" de Nafarroa a un monolito antifascista en "tierras donde estuvieron berriztarras hechos esclavos", enfatizaron. El alcalde de Berriz también tomó la palabra ante un centenar y medio de personas en la plaza que lleva el nombre del primer edil fusilado.
Isoird quiso que el 11 de septiembre de 1937, como el 4 de agosto cuando mataron a Urkijo, quede en la memoria de los berriztarras, que siga "vivo", y dio importancia a transmitir los testimonios de las víctimas, así como el sufrimiento vivido por sus familias y allegados. El alcalde acabó mostrando su recuerdo y admiración a quienes sufrieron a los generales Mola o Franco. El acto se complementó con un aurresku de honor, bertsos de Xabier Amuriza, una ofrenda floral y una canción de Mikel Laboa y Oreka Tx.