20 de noviembre de 2010. Texto leído en el acto organizado por Sare Antifaxista en Bilbo
Lau Haizetara Gogoan, coordinadora de grupos por la recuperación de la memoria histórica, quiere agradecer la invitación de Sare Antifaxista para asistir a esta concentración.
El 20 de noviembre es un día significativo por la desaparición de personas cercanas geográficamente:
No queremos olvidarnos de nombres como Ramón Andueza, de Bilbo (fusilado) o Rufino González Barrigón, de Abanto y Ciervana (muerto en el frente asturiano).
Otros, más lejanos en la distancia, también cayeron en esta fecha señalada: Julián Acero, Aureliano Hernández, Buenaventura Durruti y muchas personas mas que combatieron contra el fascismo.
No es nuestra intención quedarnos solamente con estos nombres anteriormente citados. Queremos recordar a los hombres y mujeres Antifascistas de todos los pueblos del mundo que murieron o fueron perseguidos por defender la libertad.
Hoy, 35 años después de aquel otro 20 de noviembre en que murió, en la cama, de muerte natural, quedando sus crímenes sin castigo, el dictador Francisco Franco, casi 75 años después del inicio del alzamiento militar, sigue sin haber datos oficiales sobre el número de personas fusiladas, desaparecidas, muertas en combate, en bombardeos, en las cárceles y campos de concentración... seguimos sin conocer la magnitud exacta de todas las vulneraciones de los derechos humanos que se cometieron.
Por ello, llevamos años exigiendo la creación de una comisión de la verdad en Euskal Herria, para esclarecer los hechos, como primer paso para juzgar al franquismo y poner en marcha las necesarias medidas de reparación, incluidas las garantías de no repetición.
Porque la inexistencia de garantías de no repetición, el hecho de que, tras la muerte del dictador, no se depurasen los aparatos del estado, hizo posible que los herederos del franquismo pudiesen asesinar, otros 20 de noviembre, a Santiago Brouard y a Josu Muguruza, y que se siguiesen cometiendo graves vulneraciones de los derechos humanos.
Porque, al no haber garantías de no repetición, los crímenes de los fascistas de ayer permanecen impunes, y los fascistas de hoy siguen campando a sus anchas.